jueves, 26 de noviembre de 2009

Historia.

Partimos en mi pieza. Mi reino. Halábamos de nada y de todo. De pronto salió la idea.
Que no te vean no es lo mismo que tu no veas. Vamos? Dale.
Antes de partir, buscamos en mis armaduras y nos resguardamos bien. El disfraz era parte del plan. Al salir no nos veíamos como siempre. También nos sentíamos distintos.

En un caballo de metal, de esos con que el agu alucina, partimos y luego de recorrer casi cinco kilómetros nos bajamos y nos pusimos a caminar. Al estar frente al castillo, preguntándonos cómo se podía entrar, decidimos sacar el santo papel y ver a qué sabía su humo. Un fracaso.
De pronto vimos las puertas abiertas y corrimos, pero al llegar ya estaban cerradas. Esperamos hasta que pudimos entrar, y dentro nos dicen: por no pertenecer al reino, se quedan afuera a menos que posean el mandato para entrar. Como no lo teníamos tuvimos que salir.

Tristes y decepcionados, caminamos a un bar para buscar algún elixir que reviviera nuestros ánimos, cuando me pidieron la licencia de poder tomar. Al fin. Caminamos unas yardas hasta un paraje tranquilo, donde pudimos dejar que dicho elixir bajara por nuestra garganta y reposara en nuestro estómago.

Luego de haber discutido, decidimos que teníamos rato, así que le fui a enseñar un truco con los pies, para quedar boca abajo. Lástima que estaba con malos pies y al intentar bajar caí y me magulló la parte baja de la espalda y una mano.

Pensando en qué hacer con el tiempo de sobra, caminamos pero al comprender que dichas pantuflas nunca podrían llegar a su ventana, cambiamos el rumbo y fuimos a la casa de otro caballero. En el camino, pasamos por encima de un río gigantesco por el que circulan miles de caballos de metal, y en él pudimos dañar un sigul de un demonio. Parecía vigilar a todos los caballos de metal, con una mirada que engañaba. Le soltamos las amarras, y sentí como si por un momento sauron pestañeara. Fue un alivio.

Como el tiempo apremiaba, al llegar donde el otro caballero, le pedimos un objeto que servirá en otra historia y partimos denuevo al castillo. Ya era la hora en que podría ver sin ser visto, y no fallar a las peticiones.
Al llegar allí, el tiempo apremiaba para detener la muerte, así que luego de entrar y ver desde los márgenes a la multitud, de buscar sin éxito, de sentir.
No la vi.

Gracias Agu por acompañarme.

Dejé una rosa en una piedra, esperando ser encontrada.
Dejé una ilusión, un suspiro esperando ser escuchado.
Dejé lo inocente de la relación, pero no sé si podrá ser resucitado.

y, había bastante gente en la graduación.
Es fabuloso que ocurra algo que ni pensabas que podría ocurrir.
Que en algún momento de tu pasado hayas creido que eso podría pasar, y tieeeempo después (dos años) de haberte olvidado, de haberte resignado, de haber pensado que era imposible (pero tampoco pensarlo tanto) y casi de que se te hubiese olvidado, sabiendo que con el tiempo te olvidarías; ocurra eso.
Te lo imaginas?? Yo sí.
Y lo maravilloso es que nunca pensaste que podría ocurrir. Pensaste que era sólo un recuerdo bonito, uno de los tantos recuerdos de cosas que nunca sucedieron.

Y no sé si lo imagino por tener esta imaginación tan grande, sino quizás porque me sucedió y de pronto no sé si lo imagino o lo puedo imaginar porque lo viví.
Pero es fantástico.

Aunque, esta semana (estos dos dias en realidad) son como un vaivén, un péndulo emocional.