viernes, 29 de julio de 2016

De viaje por Santiago

Con explicaciones que no comparto, compartíamos la dicha provocada por nuestro descubrimiento: eramos amigos, nos queríamos mucho, y todo fue de una forma tan azarosa que nos asombraba y al mismo tiempo nos llenaba de felicidad.

Y es que teníamos en la sangre la capacidad de pensar de otra forma. Después de recibir los mejores estímulos del pueblo, luces, focos, led y oscuridad, un montón de dicha se apoderó de nosotros. Era asombrosa la posibilidad de estar ahi, de cómo me hubiera gustado tener la posibilidad de vivir lo mismo, cuando tenía dieciocho.

Al mismo tiempo que caía me asombraba. Habia mucho más de lo que imaginaba detrás de los ojos que miraban con una especie de relajado desentendimiento, y no lograba entender cuán dispuesto estaba a seguir cayendo. Compartimos la opinión que se forjó en nosotros, basada en un montón de estos pequeños desentendimientos que nos hacían aprender con cada segundo que estabamos allí, rumbo a mordor.

Al final, ya bajando la cerveza sosegó nuestra sed mientras veíamos a nuestro hermano caer enfermo. No podía estar pasando tal situación y para evitarla volvimos a casa. Después de mucho alcohol y de saber lo mucho que nos queríamos, dormimos. 

miércoles, 27 de julio de 2016

Revuelco

Ni lo estamos pensando, ni lo estuvimos cuando nos arrolla y nos asombra cuán fuerte es la ola. O cuán frágiles hemos de ser para estar a merced de la vida.

Borro continuamente lo que escribo, quizás pensando que escribo para un público, aunque en realidad nada comunico. Algún retazo pensamiento parece flotar, dándote a entender que eres consiente de qué trata todo esto y cómo la vida es capaz de encantar tu vida por completo, y renovarla, y removerla y revolcarla.

Cómo, lo único que te da sentido es construir la vida que quieres con quienes quieres. Y como querés. Aunque claro, nunca es así tan fácil

lunes, 25 de julio de 2016

Me veo en la necesidad

de volver a escribir.

Creo que hay un montón de situaciones por las que estoy pasando que será más fácil pensar para mi si escribo acerca de ellas. En realidad no es nada en particular de lo que quiera escribir, sino que es del conjunto de cosas que necesito expresar, pues sino de otra forma me convertiré en un neurótico.

Qué feliz me pone escuchar música. Pero escucharla de verdad. Cuando noto cómo cada sonido se distingue de los demás, fusionandose, mezclandose, y mi voz detrás de todo como un camión muy grande en un camino muy estrecho, que disfruta de lo que hace sabiendo que no canto bien.


Una vorágine que no hace bien. Que viene a sacudir una vida y que sorprende con la delicadeza con la que es capaz de afectarte. Como la noche, delicada y absoluta, un manto que todo lo cubre y que no se altera por nuestros deseos. Ya sea queramos que amanezca, o que permanezca la noche, al final las vueltas no las decide uno. Como que llegan.

Y es que eso es lo lindo de la vida. Y lo abismante. El papá de un amigo está enfermo y los eventos se suceden, como repitiéndose. Pero en alguien más. Ya no hay nada nuevo, sólo cosas que nos sorprenden. Y nos hacen reir, la mayoría.

Las drogas están tan presentes como en los últimos años, solo que ya no conocemos sus órbitas. Y cuando creemos que estamos bien es cuando más extraño es el mundo en el que vivimos. Volví a Bolaño, a leer un libro que me mueve de donde estoy, me saca de la micro y me pregunta. Hace que me pregunte y eso es algo que busco. Que perdí, y que recupero a tirones, recordando y corrigiendome, pues en realidad no necesitamos lo que está en pasado, y la nostalgia es un recurso del que disfruto demasiado. Por eso me tengo que recordar muchas veces lo importante que es el futuro y que de mi depende que sea mejor que mi pasado. Que lo que añoro no conduzca a