jueves, 1 de noviembre de 2012

Podredumbre

Me venia rondando la cabeza esta palabra de hace semanas. Pero no era solamente la palabra, sino que yacía bajo ella unas ganas de bloggearla, pero no sabia cómo.
Cada día que pasaba estaba un poco más claro acerca de a que iba todo.
Ahora, después del momento de mayor claridad volvió a nublarse un poco y la convicción que había de escribirla desapareció un poco.

Pero aun permanece un paisaje; bruma, sauces y un ruido triste. El ruido más triste que haya oído.
Sabia que todo se iba a derrumbar. No caer como podría haber sucedido. No, lo queríamos tanto que tapamos el sol con un dedo y vivimos como si el suelo en el que estábamos parados fuese firme, tan firme como yo imaginé que seria, tan firme como tu recordabas que era. Y e que creo que tuviste un suelo demasiado firme.

Al fin, cuando vuelvo atrás veo cómo las cosas podrían haber sido muy distintas. Si hubiese perdonado tu actuar y hubiese bailado contigo. Si hubiese dejado que te fueras a tu casa, si creerás que aun te quiero.

Que hubiésemos encontrado la manera de que yo me fuera de tu casa sin que peleáramos a muerte; que hubiese aprendido a comprenderte, o que me hubieses enseñado; que me hubieses amado en vez de perder el tiempo estando enojada y odiando...

Tantas cosas y más.

Y ver que todo eso se convierte en podredumbre.
No todo, por supuesto.
Cuando te extrañe mucho, como esas veces que me escondo solo, extrañando y recordando, sé que volveré a esa vieja casona que dejamos olvidada, con el agua corriendo y las puertas sin cerradura y rescataré todas las cosas de las que disfrutamos, de esas que te hacían reír y las salvaré de la podredumbre, para guardarlas, no para tenerlas guardadas, sino para volver a usarlas, volver a disfrutar con ellas, quizá con un gran dejo de tristeza, algo como ir en el metro bloggeabdo mientras lloras, pero tenerlas y estar feliz por haber tenido el mejor tiempo de mi vida.