martes, 28 de febrero de 2012

(;

Un saludo, lectora.

Rico saber que en algún lado estás.

Ariel

Anoche nos juntamos los cabros que estabamos en Santiago. Llegamos a la casa del ariel en bicicleta, nos juntamos en la florida Martín, Daniel, un amigo de él y yo. Como la plata escasea, al Daniel se le ocurrió comprar Doragua, pero igual apañó, su balazo loco y nos fuimos.

Era bacán ir lento, poder hablar, hacer carreras e ir disfrutando, vacilandola como dicen. Y estaba pensando en el lenguaje. Esas volás que se te ocurren y que luego las olvidas, uno de esos pensamientos fugaces con el que me di cuenta de la limitación que tenemos frente a la posibilidad de crear un nuevo lenguaje sin géneros.


Ya cerca de la U fuimos donde la tia a comprar el copete y el primo nos dejó unas gambas más barato.
Iba bajando por club hipico y un perro empezó a correr al lado de mi bici. Si yo aumentaba la velocidad él también, y si silbaba, se volvía loco. Así que una carrera fuimos haciendo, ambos viendo si venían autos en las intersecciones y si se cansaba, un silbido le daba el ánimo para seguir. Cuando paré le hice harto rato cariño hasta que llegaron los chiquillos.

Subimos al tercer piso, confundiendo como siempre el número del departamento. Nos tomamos sus chelas, y llegó la Rocío con Pedro y un frasco de vidrio con cogollos dentro.
Fue una de esas noches iguales, las que tomas, fumas, inventas alguna tontera para entretener, comes tallarines y te duermes.
Ahora¿ La terrible caña.

Fue rico ver a los chiquillos.