sábado, 20 de agosto de 2011


Tengo unas ganas de escribir. De esas ganas que sólo se obtienen cuando la opción a no escribir es tener que hacer la cama. Y es que no, no es sólo eso. Escribo porque tengo nostalgia, escribo porque creo que necesito ver qué está sucediendo, y hace tiempo aprendí que una manera, no sé si es más efectiva que drogarse, es escribiendo.

Y pensaba, hace un tiempo. Si te prestaba un libro era la excelente excusa para vernos denuevo, aunque fuera con malas caras y humores cambiantes. Aunque ahora no sé si sea necesaria la excusa del libro, es más bien como un algo que no sé como explicar y que edito y edito la entrada y no puedo decir lo que siento, pero espero que se entienda. Es que de pronto (de pronto me pegaste muchas palabras!!) sale ese interés en mi, ese interés que lo guardo para muy pocas cosas y que muchas veces no lo sé canalizar.
Y es hermoso ver que todo sale en la dirección y sentido que quieres que salga.
De un modo natural, la vida va fluyendo.

Tengo ganas de escribir en mi diario. Tanto tiempo que lo tengo botado que dan ganas de que pase más tiempo, que acumule más polvo y que sea cada vez más triste abrirlo y leerlo. Quizás sólo unas ojeadas, como cuando quería recordar qué se sentía hacer cosas que hacía.

Y ganas de escuchar a Cat Power. Esas ganas extrapoladas de que conozca un sólo tema y que resuene en mi cabeza. Que recuerde los tiempos en los que veía Skins, antes de esa grandiosa discusión que me revolcó y quitó un poco las gans de ver la última temporada. Y taxman de los Beatles acaba de terminar en la radio y no sé lo que estoy escuchando. Es un tema de los Rolling, pero no sé cuál. Aún me falta saber los nombres de las canciones.

Recuerdo que ayer robamos dos latas de cerveza, hoy encontré sólo una. Quizás dónde está la que se me esconde, la que sabe que su muerte llegará, o más bien su paso a una peor vida, y por ello quiere extender un poco más su existencia. Pero debería saber que si pasa mucho tiempo ya nadie la querrá, como la Brahma que traje desde Mendoza, que por dejar pasar el tiempo se arruinó. Quedó como un lindo recuerdo de algo que nunca fue y ahora no quiero que sea.
Y es que si la lata me dice: tómame, haré un esfuerzo para que la fecha de caducidad sea mentira, y tómame. Lo más probable es que le diga que no, que la cagó y que la cagué y que las cagadas cagadas quedan.

La foto? denuevo robada de un tumbl.

Me alegra saber que mañana parto en la noche. Te llamaré en la mañana y te diré que nos veamos.