jueves, 10 de mayo de 2012

Santiago

Son las once de la mañana, me subo a mi bicicleta apurado porque salí tarde para llegar a la universidad y pienso que no es una ciudad para ciclistas.
Hace una hora, cuando me levanté y revisé las redes sociales supe que mi amigo Pedro se había caído de la bicicleta, con un resultado de tres dientes rotos y muchas heridas en su cara.
Y pensé que Santiago no es una ciudad hecha para bicicletas, y en realidad no es una ciudad muy bien construida.
Con problemas de vialidad, de contaminación, de inundaciones y un largo etcetera hacen que la ciudad en la que vivo no sea la ciudad ideal.

En el camino a la universidad, de unos veintitrés kilometros en total me puse a contar el número de bicicletas que encontré en el camino.
Pasé de los cincuenta, y perdí la cuenta un poco antes de llegar a la universidad, con un total de casi sesenta personas en bibicleta, todas ellas andando en malas calles, con malos conductores, sin casco muchos y me preocupó.

Pero, con la estación fría que se viene cada vez estoy usando menos la bicicleta y eso no me gusta.
Quiero denuevo ese verano, en el que bastaba con tomar a la flaca para llegar al lugar que quisiera.