martes, 28 de junio de 2011

Pedro.

Lo conocí cuando entré a la U.
Ahora es uno de mis mejores amigos.
Carreteamos juntos, y en general apañamos en todo lo que el otro pide. Junto con Mirtan.

De hace un tiempo que no hemos tenido muy buenas experiencias con el alcohol.
Mis papás viajaron al Norte por una semana, y me quedé solo en mi casa. El Sábado invité a unos amigos. Comimos, tomamos y disfrutamos de las mejores jaleas de vodka de la historia. Se fueron temprano y como a la 1 estabamos adentro los que quedabamos carreteando con los amigos de mi hermano.

A las 4 no recuerdo nada más. Gané un tomanji, jugué cuarto rey. Dormí. No recuerdo.
Aunque no dejé la cagá.

Al otro día, con una caña horrorosa teníamos que ordenar. Mis viejos llegaban como en tres horas. Mi cuñá sacó unas pastillas energéticas y con eso nos pusimos a ordenar. Daban ganas de correr, de saltar, de bailar mientras hacías cualquier otra cosa. Eran geniales. Hermosas.
Cuando me estaba bañando para ir al cumpleaños de un amigo, llegó el bajón de la pastilla. Me sentí cansado y lo único que quería era acostarme y dormir.
Partí.
Me bajé de la micro con nauseas.
Caminé y me perdí.
Llegué.
No tenía ganas de tomar, me daba asco, y me puse a tomar.
Compramos chela. Tomamos chela. Se nos acabó la chela.
Compramos vino. Tomamos vino. Se nos acabó el vino.
Pedimos vino, tomamos vino.

Quedaban pocos en la casa del Mati, y Pedro se pone a discutir con uno. Iban a empezar a pelear (después de una borrachera en la que nos agarramos a cachos con Pedro, nos quedó gustando pelear) y el otro tipo era cinturón café de algún arte marcial.
Estaba histerico y le dije a Pedro que nos ibamos.
No pensé que estuviera tan curao el mierda!
Vomitó un árbol.
Le dio tanto jugo a unas minas que se asustaron.
No sabía donde estaba y quería caminar por cualquier calle.
Se enojaba conmigo.
Le pegaba a los autos para que sonaran.
Se tiraba a la calle para hacer como que lo atropellaban.
Me decía que lo dejara en Plaza egaña, creyendo que estabamos carreteando en la reina.
Hacía como que iba a vomitar encima mio.
Se tiraba denuevo a la calle.
Lo iba a dejar a su casa y me dio jugo tan pesao, que lo pude acercar nomás.

Al otro día: Pipe, qué wea anoche, cómo llegué a mi casa.
Mi única respuesta posible fue: Pedro Culiao!