sábado, 16 de julio de 2011

Sigo aquí

Acabo de llegar de donde Miguel. Son más de las 5 am y no sé por qué hoy escribo tanto.
El cielo que tanto me gustó hace unas horas llora incansablemente.
Caminaba bajo la lluvia, con ganas de llegar antes que lloviera más fuerte, y a su vez con ganas de caminar más despacio y seguir caminando por siempre.
Ver cómo esas pequeñas gotitas cubrían mis lentes, como pequeños puntos que poco a poco me hacían ver la vida como un collage de colores. Colores opacos, pero colores al fin y al cabo.

Venía tarareando y cantando a ratos Gigantes, de Manuel García. Me sabía la letra, pero no fluía. Repetía párrafos. Me dieron ganas de escucharla y reaprenderla.

No me agradó el final del carrete. Locos curaos haciendo show que preocupa a los demás.
Me di cuenta que me cargan los curaos culiaos.

Mejor dar jugo en la buena onda ;D

Cerveza

Sigo donde Miguel. Es raro estar escribiendo tanto en un día, pero siento ganas de hacerlo.
Tengo sueño, son más de las 3 ya. Y no sé por qué. Hoy en la mañana mi hermano me fue a despertar. Me dijo que me quedaba solo en la casa y no sé qué más. Dormía y no lo pesqué, y seguí en ese estado como hasta las 2.30. Fue rico dormir tanto y soñar tanta tontera.

Y aaarg! me dieron ganas de gritar. De volver.

Y quería hablar de la cerveza. Ese glorioso trago que hace unos minutos negué porque estaba caliente y desvanecida.
Creo que el primer momento en el que quise tomar mucho fue cuando leí Angus. Cuando tomaban agua miel, que no es precisamente cerveza pero sirve igual, y la emoción y la convivencia que describía el libro eran geniales.
Entre el año pasado y este año me puse a tomar mucho. Y es que, además del sabor que sientes, las circunstancias que se dan son entretes.
Es como cuando tienes frío, no hay nada que hacer y te queda el suficiente tabaco para enrolar un sólo tabaco.
Es esa misma circunstancia.
Que me encanta.

Que fue genial.
Y no sé de qué hablo. Hay gente muy borracha al lado mio y es raro. Es hasta asquiante.