lunes, 26 de diciembre de 2011

Fue

Navidad y lo sé, tenía que escribir algo acerca de ello. Como que celebramos navidad en mi casa, primera de muchas. Y se sigue notando esa ausencia, la emocionalidad que aún hay con ciertos regalos, cómo no recordar en estas fechas a mi abuela, que siempre navidad correspondía a su casa y ya no. Pienso en qué sentimiento tendrán los nuevos familiares, aquellos que no vivieron ni supieron lo que era pasar navidad allá, tantas navidades iguales y sin embargo emocionantes, con ese sentido de la tradición que no era anacrónico, al contrario, siempre parecía estar bien pasar navidad allí.

Pero, la pasamos acá. Como mis tios se separaron, estaban mis primos y mi tia. Y nosotros. Pensé que mi cuñada iba a venir, pero al final no.
Abrimos los regalos y fue como una navidad de cuando eras niño. Con miles de regalos, todos recibiendo y abriendo y riendo. La copa de vino en la mano, ya no siendo un niño que jugaba en el suelo con los papeles ni saliendo a la calle a lucir mis regalos, sino con una conversación, y nuevamente sale ese pensamiento, de que dejé de vivir ciertas épocas.
Tomamos el vino, y nos empezó a dar sueño. Era temprano aún, pero eso de comer mucho a todos nos da sueño.
Llegó Miguel, me despedí de mi familia y nos fuimos al patio. Al rato empezaron a llegar los chiquillos, como un goteo de personas que terminó en una mini multitud en mi casa. En navidad.
Carreteamos hasta las siete, terminé echando a los chiquillos; con eufemismos porsupuesto. Dormí.

Y ahora, después de un gran día en el que no quería estar en el laboratorio, en el que sentía que no debía estar allí, que era fome y deseaba esos días de pasto, de sentarse y conversar. Después, calor, clases, cervezas, ejercicios y pedalear.
Me llamó alguien que aseguró conocerme, no supe quien era.
Ahora debo leer infinito, y no quiero. Es que ese Smith, es tan fome para escribir.