sábado, 4 de marzo de 2017

How can I even try?

Ora Cerati, ora Lennon, ora Morrisey.

La dosis de la mañana llegó de la mano de mi buen amigo, siempre a tiempo, siempre sardónico, siempre dispuesto a compartir conmigo lo gracioso de la vida. El blanco velo que me cubrió en las horas nocturnas se arrugó a los pies de la cama, mientras me vestía para empezar denuevo.

La comprensión de la noche anterior había desaparecido, siendo reemplazada por un vacío respetuoso más bien silencioso. Toda clase de conclusiones, acerca de poder, amor, respeto, felicidad, ya no se sostenían.

El consejo llegó de la mano de mi buena amiga, siempre a tiempo, siempre comprensiva, siempre disfrutando lo gracioso de la vida. El velo opaco que me nublaba en las horas cercanas al despertar se arrugó a los pies de mi conciencia, mientras me disponía a empezar denuevo.

Ora Harrison, con Long Long Long - White Album.

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Y llegué, directo a escribir.
Sin los audífonos puestos, extrañando esa música para volar, y pensando en las mil formas distintas de escribir lo que quiero contar a continuación.

Me senté, prendí la correcta luz de escritura pasada la medianoche, los audífonos grandes puestos y volviendo a escuchar a Cerati.

La stout, del Leo, abierta, sintoniza con la ciudad de la furia y el recorrido en bici. Y es que mientras bajaba, volando sobre las aceras, la vorágine se mantenía ajena a mi, sin mostrar alguna debilidad comprensiva y sólo exaltando las ganas de escribir acerca de ella.

En medio de las conocidas calles azules, brillando con rojo fulgor desde el tubo del sillín, me vi en medio de tal contacto, irrenunciable. Hipólito era su nombre, vivía en La Victoria y tenía 3 hermanos. Contaba con más de veinte meses de vida en santiago, trabajaba cargando cervezas.
El contacto, fútil en medio de tanta cabalgata nocturna, importa. 

Y así, el tema que me tiene de ancas sobre la silla, moviendo los brazos que con tanta tranquilidad me condujeron mientras las piernas trabajaban como pistones, sin tregua ni descanso, tiene a los mismos brazos entretenidos, pensando cómo abordar, que quiero comunicar.

La tregua existentente se extinguió, encontrando sin timón ni capitán a mi ilusa conciencia. Insomne, el sopor del alcohol no encuentra lo que busca comunicar, si no es sólo un desahogo lo que nos reúne. El eclipse no fue parcial, y mi musa no fue tal.











Sobredosis





**Esto es un borrador, que nunca verá la luz como definitivo

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Felipe