miércoles, 29 de febrero de 2012

Nubes

El día amaneció nublado, como en aquellos días de invierno en los que abres sólo un poco la ventana, que se ventile pero el calor no escape mientras escuchas música suave, quizás radiohead, quizás un poco de post rock.

Mi papá dice que incluso no se ve la cordillera.

Anoche, después de despedirme se me ocurrió ver un último capítulo de fringe, pero estando en la mitad me quedé dormido. Me tiré una frazada encima, cerré la tapa del pc, el monitor lo dejé prendido y me dormí sabiendo que tendría que levantarme en algún momento de la noche para bajar el monitor de la cama y meterme bajo las sábanas.
Y empecé a soñar, esos sueños que sabes que no recordarás pero te dejan harto, caleta, que pensar. Así que cuando me desperté para cambiar de lugar, tomé un plumón y escribí en la pizarra un poco de qué se trataba el sueño. Y aquí va:

Estábamos con Martín en Iquique, en la casa de mis tíos. Pero en realidad no era su casa, era más un castillo, un lugar un tanto oscuro en el cual nos perdíamos y no conocíamos, Íbamos a la cocina y no encontrábamos ni pan para comer, creo que necesitábamos bajón. Pero llegamos a la parte baja del castillo, unas especies de catacumbas donde se veía la fundación.
De algún modo lográbamos salir de allí y estábamos en una calle. Había más gente, el cielo oscuro augurando algo malo y estalla un terremoto en la calle en la que estábamos. Lográbamos calmar a la gente, que no corriera. Guardé mi billetera en el bolsillo del polerón, 
Íbamos en nuestras bicicletas. Yo llevaba la carpa colgando al manubrio y la mochila liviana colgando en mis hombros. Sentimos un ruido fuerte, una vibración profunda y por la calle en la que íbamos pasó una estampida de vacas.
Sentí miedo y desperté.
En un rato nos juntaremos para ir a la casa del Lulo. La idea original era bañarnos en su piscina, pero el día nublado no apañó.

(:

martes, 28 de febrero de 2012

(;

Un saludo, lectora.

Rico saber que en algún lado estás.

Ariel

Anoche nos juntamos los cabros que estabamos en Santiago. Llegamos a la casa del ariel en bicicleta, nos juntamos en la florida Martín, Daniel, un amigo de él y yo. Como la plata escasea, al Daniel se le ocurrió comprar Doragua, pero igual apañó, su balazo loco y nos fuimos.

Era bacán ir lento, poder hablar, hacer carreras e ir disfrutando, vacilandola como dicen. Y estaba pensando en el lenguaje. Esas volás que se te ocurren y que luego las olvidas, uno de esos pensamientos fugaces con el que me di cuenta de la limitación que tenemos frente a la posibilidad de crear un nuevo lenguaje sin géneros.


Ya cerca de la U fuimos donde la tia a comprar el copete y el primo nos dejó unas gambas más barato.
Iba bajando por club hipico y un perro empezó a correr al lado de mi bici. Si yo aumentaba la velocidad él también, y si silbaba, se volvía loco. Así que una carrera fuimos haciendo, ambos viendo si venían autos en las intersecciones y si se cansaba, un silbido le daba el ánimo para seguir. Cuando paré le hice harto rato cariño hasta que llegaron los chiquillos.

Subimos al tercer piso, confundiendo como siempre el número del departamento. Nos tomamos sus chelas, y llegó la Rocío con Pedro y un frasco de vidrio con cogollos dentro.
Fue una de esas noches iguales, las que tomas, fumas, inventas alguna tontera para entretener, comes tallarines y te duermes.
Ahora¿ La terrible caña.

Fue rico ver a los chiquillos.

lunes, 27 de febrero de 2012

Usé la bala con las hojas de mi planta y ahora veo todo de lejos. Es genial.

Canelo

Fue un día largo. Entre despertarme temprano y hacer como que ordenaba la pieza, tomar la bici, emocionarme y partir pedaleando pal cajón. Adelantando otros ciclistas, con la respiración entrecortada, maldiciendo el día que se me ocurrió fumar cigarros [los dejaré], subía y subía las pendientes, en el cambio pesado.
En la curva de la muerte llamo a Martín y le digo: estoy en el aire, ven a abrir.
Llegué y me quedé hablando con los tíos, tomando cusqueña. Pensaba en el cusco.
Choripanes con merkén, más cerveza y tiempo apretado para volver a mi casa. El viento en contra se hacía notar, pedaleaba hasta más no poder.

Acá almorcé un poco, y dormí. Llegó mi familia que hace tiempo que no veía. Tomé cervezas, nos reimos y recuperé el tiempo perdido, entre historias, chistes y recuerdos. Mucha torta, un café cargado entremedio y después se fueron.

Me quedé acá, aconsejando a mi hermano. En un rato fumaremos, subiremos y seremos hermanos.

No debo olvidar, mañana está de cumpleaños mi mamá.

Por cierto, mi sobrinito murió.

domingo, 26 de febrero de 2012

Y no sé

Volví y lo de mismo empieza a pasar. Esas ganas de dormir al final son las que ganan.

Mochileo II

Y en un intento por conocer Chile más a fondo, en un proyecto ultra personal que creo no haber comentado, aguantaba hasta las conversaciones más aburridas, intentando captar todo, lograr condensar la idiosincrasia del país en el que nací y que sin embargo lo tengo como un desconocido.
Un pequeño resumen de los lugares en los que estuvimos.

Día uno: A las afueras de santiago, pullally, los vilos y llegamos a coquimbo en la noche, arriba de un escarabajo. Dormimos donde Sergio, el primo de la mamá de Pedro.
Día dos: De coquimbo, después de caminar harto y estar todo el día de pie, logramos sólo salir de la serena. Pasamos la noche en un pronto.
Día tres: Nos llevaron temprano, pasamos por vallenar, luego copiapó y terminamos en caldera. Conocimos bahía inglesa. Pasamos la noche en el patio de una amiga de Sergio.
Día cuatro: Nos toman en la mañana en la copec de caldera, llegando al cruce taltal. Unas cervezas calientes con mucha marihuana le dan el toque. En medio del desierto por primera vez, solos y disfrutando. Nos llevan hasta las proximidades de la negra, sintiendo vértigo por la velocidad y a la vez esa indiferencia ante la muerte. Pasamos la noche en La Negra, con más mochileros y carrete.
Día cinco: De la Negra nos costó salir, pero una camioneta nos mostró la magia del hachis en medio de los cerros de antofagasta, dejandonos en medio del desierto a nuestra suerte, llegando a la deshidratación. Nos llevan hasta calama, recuperé un jabón líquido, compramos pan, cervezas, nos juntamos con Calameño, tapé el único baño del terminal, más cervezas y a esperar el bus a San Pedro de Atacama. Pasamos la noche allí al ir al camping de una amiga de una niña que unos tipos del bus conocieron allí mismo.
Día seis: Conocer San Pedro en medio del embrujo del paragua. La vida se hizo más irreal, esa felicidad por dentro, esa capacidad para despreocuparnos. Arrendamos bicicletas, nos quedamos en medio del desierto en pana, con tormenta eléctrica en medio de lluvia y viento. Pasamos la noche en San Pedro.
Día siete: Seguíamos en el pueblo, un poco más dispuestos a partir. Después de hacer nada toda la tarde y discutir asuntos ontológicos con mi conciencia, partimos a Calama, en bus. Allí, con la negación a estar en esa ciudad en bus nos fuimos a iquique. Pasamos la noche en el bus.
Día ocho: En Iquique, mis tios nos alimentaron, y después de recorrer la ciudad nos fuimos a tomar el bus dirección Oruro, el cual se quedó atrapado en la aduana debido al retraso que llevaba. Pasamos la noche en el bus, en medio de relámpagos y un frío que te calaba los huesos.
Día nueve: Ya en oruro decidimos partir a la Paz, cada vez más enamorado de las ciudades bolivianas. Con el dato que teníamos, junto a un gran grupo fuimos al Carretero, una hostal muy buena.
Día diez: Caminar y conocer la Paz, caminar rápido y ahogarse. Ir a comprar artesanías, conocer a la Cami. En medio de la nada, aparecen doce gramos de marihuana a cambio de cien bolivianos, unas siete lucas Chilenas. En medio de la alegría, el THC bullía en nuestra sangre al volver a la hostal y jugar a conocer nuestro límite. A los cuántos pitos llegabamos a la sobredosis. No la alcanzamos.
Día once: A Copacabana partimos, queríamos conocer el Titicaca. Llegamos tarde y no pudimos pasar ese día a la Isla del Sol. Dormimos donde Mariela, con ese miedo a las pulgas y a los otros bichos que fue injustificado a la mañana siguiente.
Día doce: La Isla del sol en medio de una nube de cannabis. Conocer la inmensidad del lago que era imposible concebir. Caminar y notar que las zapatillas son cómodas. Volver a copacabana y cambiarnos a otra hostal, queríamos descansar. Dormimos en una hostal con nombre chistoso. Creo que en ese momento todo me parecía chistoso.
Día trece: Enrolamos los últimos pitos y se nos acabó la marihuana. Como las malas profecías decían; no era infinita. Volvimos a la paz y allí, después de almorzar tomamos la micro hacia Oruro. Los festivales nos llamaban, toda la gente jugando con agua en las calles. En Oruro llegamos al colegio-hostal, con tocata en la noche y un reencuentro casual.
Día catorce: Salir temprano a ver las comparsas, mucha cerveza desde temprano, almorzar rico, volver a celebrar, tomar, tomar, tomar, bailar, bailar, bailar e ir a dormir con la esperanza de despertar.
Día quince: Partimos temprano, el grupo se separó. En medio de caras tristes, partimos a Iquique de vuelta. Nos encontramos con la Jo en la aduana, logró pasar droga. Pasamos la noche donde mis tios.
Día dieciséis: Después del carrete de la noche anterior, salimos a trotar. Después de almorzar, ir a la playa, tomar unas latas y hacer un hoyo gigante en la arena. Volver, ducharnos, comprar y recuperar un vino, ir a la playa a ver las estrellas, sentir el ruido del mar, conocernos y sentir la mezcla de thc y alcohol en la sangre.
Día diecisiete: Nos vamos de iquique, nos separamos y el auto del Seba con la Jo vuelcan. No sabíamos qué hacer, nadie nos llevaba a mi y a Pedro mientras ellos estaban en el hospital de tocopilla y compraban los pasajes de vuelta a Santiago desde el aeropuerto de Antofagasta. Nos quedamos tirados en Río Seco, con destino a Tocopilla.
Día dieciocho: Nadie nos llevaba y los vecinos nos dieron de comer. Al final, cansados de esperar tomamos un bus de la municipalidad hasta Chipana. Desde allí, caminamos hasta el Loa. Nos quedamos dormidos haciendo dedo.
Día diecinueve: Nos levantamos temprano y nos llevaron hasta Antofa. En el lider, nos pillaron con arrollado de huaso, y lo devolvimos. Salimos y comimos pan con queso, porsupuesto, recuperado. No nos costó llegar a la negra, bajamos unas pendientes arriba de un carro de supermercado y la noche nos pilló en la Negra. En esta ocasión, estabamos solos.
Día veinte: Un camión nos tomó en Antofa, y en caldera lo ayudamos a cargar. Todo el día andando, finalizó el día en Vallenar, con un churrasco italiano. No tenía muchas ganas de comer carne.
Día veintiuno: Partimos temprano y todo el día arriba del camión. Más de ocho horas sin comer fueron interrumpidas por los siempre queridos dulces de la ligua. A las afueras de Santiago nos tomó una camioneta que nos dejó en maipú, luego nos fuimos a Bella y entre cervezas y papas fritas, con música en la Jukebox celebramos la vuelta a nuestra ciudad natal.

Y ahora, acá.

Mochileo

Y llegué, estoy acostado en mi hamaca, en medio de ese desorden que me recuerda lo que vendrá, esa casa en la que viviré, con música fuerte hasta de noche, un poco de ropa en el suelo, un suave olor a perfume que no sentía de hace semanas, y mi bicicleta allí, que mañana la lavaré antes de sacar a dar una vuelta, esa que tanto ansío.

Y pienso que vivir es genial, estar en el centro de tu vida, volver del norte a bella, bajar sus chelas, sus papas fritas, leer, gritar, escuchar música denuevo, pensar en el amor, en las amistades, en la velocidad, en que debo cargar el celu, en que no encuentro nada en mi pieza, en que me hice un café con leche helado porque me quedaré hasta tarde acá, quizás pensando en lo que hice, en lo que haré, en lo que falta por hacer.

Y es que esa sensación de que mis dedos no se acostumbran al teclado, aunque escriben en el como si lo conocieran de toda la vida. Esa sensación de no acostumbrarse a nada, de querer que algunos días pasen, de hacer fuerza, de cansarse, de dormir abrazado a la nada y pensar en que la vida sigue, y la vida se pone cada vez más interesante, aunque no te des cuenta, que la familia sigue allí, siempre queriendote, pero de pronto ya no sabes si lo que quieres ahora es lo que querías antes.

Pero por sobre todo, ese sentimiento sobrecogedor de saber que todo saldrá bien, que todo es la cumbia y que el sol siempre sale, como en una isla en la que quise vivir.

Y sobre el mochileo¿ Algún día, algún día.

jueves, 16 de febrero de 2012

Capítulo 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

     Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Y yo acá, en bolivia, con marihuana infinita que al parecer se nos acabará, esperando salir al carnaval, todo bacán y la vida es la cumbia.

sábado, 4 de febrero de 2012

Jim o Janis

Tengo un nuevo sobrinito. Hoy mi hermana llegó temprano con un gatito, de tres o cuatro días de vida.
Lo había encontrado en un techo, muriendo y llorando como un loco, y se lo quedó. Hoy lo llevamos a la piscina que fuimos en pirque, y al asado que hicimos. Harta tela de por medio, y piscina porsupuesto. Casi todo el rato mi sobrinito durmiendo, pero cuando se despertaba lloraba, veíamos como reptaba, le dabamos leche y volvía a dormir.

El nombre lo decidí yo. Cuando salió una canción de The Doors dije: tiene que llamarse Jim, por Morrison. Y si es niña preguntaron, Janis po, obvio

Ahora, estaba llorando y buscaba una teta. Si le dabas el dedo meñique lo masticaba. Le di leche y se quedó dormido arriba mio, haciendo un ruido que quizás es un pequeño esbozo de lo que será su ronrroneo, y moviendo sus patitas, que parecen ni acabadas.
Para qué hablar de sus ojos, aún cerrados como un bebé.

Cuando vuelva del viaje, estará más grande mi sobrinito.

viernes, 3 de febrero de 2012

Desert Gold

Mañana se supone que parte el mochileo y aún nos falta un cuarto integrante.
En la mañana me tenía que comprar un tacho, un plato y zapatillas.
Partí en la flaca al mall, pero entré, no me gustó nada y me fui al otro. Lo bacán del florida center es que hay un lugar en el que estacionas la bici y te la cuidan.

Vi un poco, en ninguna doite quedaban tachos, platos por separado no venden y las zapatillas eran carísimas.
Al final llegué a Rockford y me gustaron unas zapatillas, además tenían un veinte porciento de descuento y me alcanzaba.
Pero vi mis pies y andaba con alpargatas, así que le dije al vendedor que iba a comprarme calcetines a otro lado, por que allí eran muy caros.

Así que fui al jumbo, compré unos pares, al salir me compré tabaco Desert Gold que nunca he probado y un rato más liaré uno.
Volví a la tienda y no estaba el vendedor, había una mina que me atendió.
Y lo bacán, es que en la caja ella volvió a hacerle un descuento a las tillas, sobre el descuento que ya tenían, así que la hice, salió terrible barato.

Y hace un rato vino una tia que le había pedido una carpa.
Casi todo listo :D

Murtilla

Es como esos frutos que como pocas veces, que no me apetece comer, ni que veo muy a menudo en lugares para comprar, o bien barato.
Sin embargo, ahora estoy tomando un copete que es de murtilla y tiene unas murtillas flotando. De fondo suena la radio, y se supone que estoy estudiando mecánica cuántica para ayudarle a mi cuñada con una prueba.

Se me calentó un poco la guata, quiero dormir, mañana iré a comprar cosas para camping y la verdad, no quiero ir a sacar la visa.
Esperaré a los resultados de la beca, no quiero haber sacado la visa para saber que no me gané la beca y que me quedaré en chile ad infinitum.

Quiero puro que resulteee.

jueves, 2 de febrero de 2012

Esos días de melancolía

En los que hace calor y estás resfriado. Suena música lenta y tienes más ganas de tomar té que cerveza. Donde ir a acostarte, luz tenue, un incienso prendido junto con un buen tema de post rock formarían la parte perfecta.
Un libro abierto en tu regazo, ese olor a papel antiguo que antes perseguí tanto, de biblioteca en biblioteca como un cazador de experiencias, esos caminos que hacíamos para pasar por muchas bibliotecas al día, y nos quedabamos sentados, con la cabeza ladeada leyendo títulos y títulos, y derrepente gritar de alegría, o bien hacer un gesto por algún buen título que trajo gratos recuerdos.
Recuerdos de esos días anteriores a los primeros días, donde nada era muy conciente y los recuerdos se ven difuminados, hasta falseados por espectativas actuales.

Pero la mecánica cuántica te trae de vuelta, aún no terminas el pacto que prometiste, recuerdas cuando ibas en bici acá cerca, y lo pasabas bien. Cuando manejaba otra bici y las distancias siempre eran grandes. Ahora, pienso en ellas como algo pequeño, como un buen pasado, uno de los mejores que pude tener, esas risas de hace tantos años ya que cada cierto tiempo me recuerdan, y obligan, el hecho de estar pendiente de los años, de a veces imaginar cómo será, un café, un bar, yo esperando de antes, invitando la ocasión, y pensar en qué nos pasó, ese pensamiento que tantas veces he pensado y pocas en realidad dicho pero es tan esclarecedor cuando no hay una respuesta. Qué nos pasó, creo que hasta en una película lo vi y recordé.

Y vuelvo más al pasado, cuando sentía miedo de leer y no tenía que hacer nada, sólo estar allí. Pero ya se fue el efecto, fue una fluctuación nomás.
Nada de qué preocuparse.