jueves, 2 de febrero de 2012

Esos días de melancolía

En los que hace calor y estás resfriado. Suena música lenta y tienes más ganas de tomar té que cerveza. Donde ir a acostarte, luz tenue, un incienso prendido junto con un buen tema de post rock formarían la parte perfecta.
Un libro abierto en tu regazo, ese olor a papel antiguo que antes perseguí tanto, de biblioteca en biblioteca como un cazador de experiencias, esos caminos que hacíamos para pasar por muchas bibliotecas al día, y nos quedabamos sentados, con la cabeza ladeada leyendo títulos y títulos, y derrepente gritar de alegría, o bien hacer un gesto por algún buen título que trajo gratos recuerdos.
Recuerdos de esos días anteriores a los primeros días, donde nada era muy conciente y los recuerdos se ven difuminados, hasta falseados por espectativas actuales.

Pero la mecánica cuántica te trae de vuelta, aún no terminas el pacto que prometiste, recuerdas cuando ibas en bici acá cerca, y lo pasabas bien. Cuando manejaba otra bici y las distancias siempre eran grandes. Ahora, pienso en ellas como algo pequeño, como un buen pasado, uno de los mejores que pude tener, esas risas de hace tantos años ya que cada cierto tiempo me recuerdan, y obligan, el hecho de estar pendiente de los años, de a veces imaginar cómo será, un café, un bar, yo esperando de antes, invitando la ocasión, y pensar en qué nos pasó, ese pensamiento que tantas veces he pensado y pocas en realidad dicho pero es tan esclarecedor cuando no hay una respuesta. Qué nos pasó, creo que hasta en una película lo vi y recordé.

Y vuelvo más al pasado, cuando sentía miedo de leer y no tenía que hacer nada, sólo estar allí. Pero ya se fue el efecto, fue una fluctuación nomás.
Nada de qué preocuparse.