martes, 7 de agosto de 2012

Un día queda

Para que al fin vuelva.

Y es bacán, porque el tiempo en total, si sumamos todos los momentos, fue mucho, mucho más que una semana. Quizás, la suma de todos los momentos en los que no estuviste, en los que te necesité, en los que te extrañé y me enojé por más infantil y tonto que fuera, fue una vida entera.
Y después de que hubo días en los que me enojé con todo el mundo, que mandé a la mierda a gente que intentó ayudarme, que no estudié y no me levanté a la hora para ir a clases, que hice malas clases particulares y los días estaban nublados o con mucho sol, de esos días que provocan de un modo inexorable, y a su vez muy triste, rebuscar en mi mochila los lentes azules, para sólo contentarme con el recuerdo de cuando estaban allí.

Así que estoy feliz, estoy cansado después de haber ido por primera vez al gimnasio, y con sueño.
Hoy fui por primera vez al humanista y me gustó mucho.
Volví cansado a mi casa, con hambre, y mi mamá me dio huevo revuelto con queso y tomate, acompañado de la última lata de cerveza que quedaba.

Después de una semana de mierda, al fin, todo vuelve a marchar bien.