miércoles, 7 de marzo de 2012

Furioso

El recuero seguía allí, como si el tiempo no hubiese pasado, como si el invierno siguiera con nosotros. Los ciclistas se iban juntando, poco a poco como un proceso de difusión, sólo que en este caso se agrupaban, cada vez menos espacios entre ellos, cada vez me tenían más intrigado.
Entre tanto esperar, la luz desapareció y los ciclistas se fueron con ella.

Hoy, unos cuatro o cinco meses después, yo fui parte de ello, llegué así, con esa sonrisa que tuve toda la tarde, esa sonrisa que me provocas, esa sonrisa que me achina, me compré una hamburguesa de soja y partí.

A la vuelta, un tanto cansado, llené el estanque con una lata de medio que me costó cara, con un llavero de bicicleta en el banano, pensando en lo genial de haberte conocido.