viernes, 15 de julio de 2011

Lo que me gusta del invierno

Salí de mi casa rumbo a la casa de Miguel. Decidí no llevar el tabaco, he pensado en dejar de fumar. Al menos un poco.
Me devolví al ver el cielo lindo que me dijo que sería rico fumar tabaco estando al lado de la parrilla encendida.
Al salir y ponerme los audífonos, Society empezó a sonar. Volvió ese pensamiento de querer tomar la mochila y partir a recorrer. Mientras fantaseaba con cómo me comunicaría con mis seres queridos, empecé a mirar el cielo. Poco a poco se iba despejando y rayos de sol se abrían camino por entre las nubes. En su carrera, alumbraban sus contornos, sus suaves e insustanciales contornos.
Era hermoso. Pensé en llamar y dedicar el cielo. Recordé el post anterior.

Me subí a la micro. Me puse a leer. No pude seguir leyendo con tal cielo arriba mio. Guardé el libro.
Seguí mirando el cielo, pensando que eso no se ve en Verano. Me encantan los cielos de Invierno.

Era sorprendente, el amarillo de los contornos. Era hermoso.
Puta que es cuatico cómo escuchar el Soundtrack de Into the Wild hace que me den ganas de salir.
Al bajarme de la micro seguí pensando en vender mis cosas, esperar el pago de puntaje e ir a Doite a comprarme equipo para no volver como en un año.
Y si alguien me encuentra en la ruta decirle: estudiaba, pero ya no más.

Aaaaarg!

Es triste

Ayer estabamos en un concierto. Habían muchas bandas tributo, e intentaban simular woodstock. Siempre he pensado que una de las cosas que me encantaría vivir sería ese recital. Esos interminables tres días que quizás se me pasarían volando. Pero la experiencia perduraría.
Salió un caño. Era grande y lo fumamos entre los dos. El roce de mi piel con mi ropa producía sonido, y el hecho de moverme era una banda sonora interminable. Podía escuchar cómo sonaba mi cuello, mis pies, mis muñecas.
Después, el movimiento de mis articulaciones producía sonido. Hasta el movimiento ocular. Era fantástico.

Empecé a pensar. Tus argumentos que en su momento me parecieron infantiles de pronto cobraban una fuerza sustancial que me hacía sentir más y más pequeño.
Y es que, ese argumento nació de mi mente cuando me di cuenta que también era tuyo. Que tu tenías la razón, que yo estaba obnubilado.
Y eso fue lo más triste. Asumir que tu tenías la razón, junto con las consecuencias que ello conlleva.
Sigue siendo triste :(

Adiós.

En un rato, salgo hacia la casa de Miguel. Qué buen día para hacer un asado. Mucha lluvia, calles inundadas y una tormenta eléctrica pronosticada.
Mi Mamá me dijo que saliera abrigado. En eso estaba pensando antes que me lo dijera.

Espero que llegue gente.