lunes, 2 de julio de 2012

La Bebé, mi perra acefala.

Luego de arduas discusiones, en las que el punto de vista de uno influía sobre el de los otros, algunos detractores, otros a favor, concluimos que mi perra, la bebé, no tiene cerebro.

A algunos no nos sorprendió en lo más mínimo, lo habíamos pensado desde hace tiempo, o bien intuido. Y a los más cariñosos con ella, que muchas veces no quisieron aceptarlo y decían que eramos nosotros los exagerados tuvieron que aceptarlo. Nuestra perra, aunque a veces linda y con pocas gracias pero bien graciosas, no pensaba.

Así que desde ahora, si se acuesta bajo la lluvia tiritando, si pide salir en las noches heladas, si cuando ve a un perro se hace bolita, si cuando quiere algo sólo hace ruidos iguales todo el rato, si le tiene miedo a mi bicicleta, si le tiene miedo a mis gatas, cuando haga cualquiera de esas cosas, no hay que extrañarse.
Hay que quererla nomás.