lunes, 6 de agosto de 2012

Ciento cuatro

Venia a mi casa después de la U, con la valo enojada conmigo y sin hablarnos.
Fue paja un rato hasta que nos pusimos en buena, y ahí pudimos conversar como la gente.

Se bajó en el lider, yo me puse mis audifonos y seguí el recorrido, pasando por esas calles tantas veces conocidas y amadas. No me quería bajar, había algo que me decía sigue; quizás esos recuerdos de veces que debí haber seguido, así que me decidí a ir a la biblioteca. Después de haberlo pensado algunos días, supe que lo que me falta es leer como antes.

Así que me bajé, intenté comprar maní confitado y al no poder, entré a la biblioteca viva, no esa que me recibió tantas veces, sino a la que queda más cerca de mi casa.
Me di un par de vueltas, entré a una exposición de Troche y elegí los libros.

Después de un mal entendido en el que me querían cobrar por un libro atrasado, pude salir con mi mochila más pesada que antes e ir a tomar la micro.

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