sábado, 18 de agosto de 2012

Peleas

Después de hacer clases me vine en micro a la casa de mi tía. Me subí cargado de una lata y busqué esos asientos que quedan al fondo, esos que Don Graf se empeñaba diciendo que nos mantuviéramos alejados.
Al lado mío iba un maestro, y junto a él, un curaito jugoso y desagradable.
Después de que mis manos dejaran una moneda con una mujer mapuche en un bajo relieve en uno de sus lados, en la mano de un pallador que me dijo:

Le compro yo el sombrero
Que honra a la patria
... A ese hombre tan sonriente...

El curaito dio un jugo tan grande que el maestro le dijo que si no se tranquilizaba, iban a pelear.
Me di cuenta de que el maestro tenía un mango de madera en su mochila, y cada vez que la cosa se acaloraba, este lo tomaba.
Después de varios paraderos, quedaron en bajarse a pelear, y el maestro con martillo en mano, después de que el curadito se bajó pa pelear, lo amenazó que si subía se ganaba su martillazo en la cabeza.

Después la micro partió y el viaje volvió a ser impasible.
Me baje, caminé al metro y me vine.

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