martes, 21 de marzo de 2017

La partida

Me tomé un café, mirando a los ojos a mi teléfono, molesto por lo efímero de aquellos sorbos de sabor amargo y reconfortante.

Nunca me preparé para nada de lo que estoy viviendo, en un par de horas dejé mi familia, mis amigos y mi amor. Un amor que tanto me entregó, en tan poco tiempo. Tanto aprendí y disfruté, que pareció todo muy irreal.

Las despedidas en medio de llanto, los buenos deseos con respecto a mi futuro y la insistencia de la vuelta permanecen inalterables al discurso.

Tanto amor que llegué a recibir... 


Y las crónicas sobre el vuelo, mi opinión sobre los aviones, el hambre desganada de los aeropuertos, la ausencia de ventanas y las ganas de fumarme un cuete quedan empequeñecidas ante la majestuosidad de ella, de sus palabras, su cariño y su elocuencia tan nutrida que me permite crecer con cada contacto.

Un fuego morado me acompañó de viaje...

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