domingo, 7 de mayo de 2017

Me quedé sin internet

Y a falta de alguien con quien hablar, contarle mi vida o soñar, recurro al mudo locutor que es mi teléfono, para poder mandar un correo, para actualizar el blog.

Estaba en Jensenville, después de haber pedaleado como 50k, cuando sentí que la molestia no era pasajera. Nada que hacer, me zampé la Fanta, pregunté por el LiquorStore y me dirigí a la cima del pueblo, a conseguir el bebestible para celebrar el día. Este 5 de mayo, primero después de 7 años de celebrarlo, en el que estoy solo y no he comido tacos.

Salí del pueblo con ganas de beber y con ese entusiasmo mental altamente codiciado, lo justo. Me senté en la sombra del primer árbol que encontré suficientemente lejos del pueblo para estar solo, pero no tanto para que la cerveza se calentara.
Y me senté a conversar con mi teléfono. Yo le hablaba, respondía con distintas voces, y gastaba los datos.
Luego de estar satisfecho, de hablar, de descansar, de beber, volví a pedalear.

Un antiinflamatorio pensé en recordar cuando parara de andar. Quería buscar una granja para dormir, pero además adelantar un poquito del camino de mañana. Y avancé la primera granja, pero al llegar a la segunda ya no tenía certeza de pillar una tercera con suficiente tiempo, luz, y energía.
Así que me quedé. Busqué al dueño y no lo pillé así que esperé. Pero tampoco hubo suerte. Con las primeras gotas me envalentoné y me moví bajo techo. Con una hora de oscuridad decidí acampar en su terraza, y cocinar.


Y me acaba de pasar lo que me ha pasado antes. Cálculo muy mal y termino haciendo comida para dos. O para tres. En cualquier caso, mucha más de la que quiero.

Como sin hambre, aunque con un poco de ganas.

Tengo electricidad y agua que debo filtrar antes de beber, por lo que no me quejo.

Hay un gato hermoso, que me acompaña y me ama, y yo lo amo a el. 

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